El padre Arsenio Boca y la obediencia de un oso
“¡Vengan, suban! ¡Ya hablé con él! ¡Se ha ido!”. ¡Ninguno de nosotros podía creerlo! ¡Hasta los animales le obedecían!
Algunas personas me contaron, cuando yo estaba en el Monasterio Sâmbăta, otro milagro del padre Arsenio:
«Subimos la montaña, porque sabíamos que el padre se estaba haciendo una celda en aquel lugar. Su intención era construirse una celda y una pequeña capilla. Así que decidimos ir a ayudarle. Cuando nos hallábamos cerca de la cima, subiendo el empinado sendero, vimos que un enorme oso nos salía al paso, a una cierta distancia. Nosotros gritamos: “¡Padre, un oso! ¡Ya no subiremos!”. El padre dijo: “¡Quédense en donde están! ¡Cuando yo los llame, comiencen nuevamente la escalada!”. Y vimos que el padre se le acercó al oso. Se le acercó y lo cogió de la oreja… Después le susurró algo al oído. Entonces, el oso se irguió y se adentró en el bosque. “¡Vengan, suban! ¡Ya hablé con él! ¡Se ha ido!”. ¡Ninguno de nosotros podía creerlo! ¡Hasta los animales le obedecían!».
(Pr. Ghelasie Țepeș, Părintele Arsenie Boca – Fiți îngăduitori cu neputințele oamenilor, Editura Agnos, Sibiu, 2013, p. 64)