Palabras de espiritualidad

El Piadoso Jorge de Cernică y la serpiente del Santo Altar

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Hijito, hasta hoy tú has vivido aquí... ¡Te pido que te vayas, para que ahora seamos nosotros los que viven aquí!”.

Viéndose forzado a permanecer en territorio nacional, por órdenes del Metropolitano de Valaquia, el Piadoso Jorge se llenó de una gran pesadumbre. Así, ayunando y orando durante varios días, le pidió a la Madre del Señor y al Santo Jerarca Nicolás que le dijeran qué debía hacer. Así, una noche, mientras dormitaba brevemente, San Nicolás se le apareció en sueños y le ordenó:

¡Te quedarás aquí y limpiarás mi morada de todas las fieras salvajes!

Lleno de alegría, al día siguiente partió en búsqueda de aquella “morada” de San Nicolás. Finalmente, la encontró en la iglesia de la ínsula Cernică, en ese entonces abandonada y llena de serpientes. Desde aquel momento, el Piadoso Jorge se quedó en la Ermita Cernică con dos de sus discípulos, Atanasio y Serafín, provenientes del Monasterio Neamţ.

Relataban los discípulos del Piadoso Jorge que, recién llegados a la ínsula, entraron a la iglesia para orar, pero se asustaron al encontrar una enorme serpiente en el altar. Entonces, el stárets, persignándose, le dijo afectuosamente al animal:

Hijito, hasta hoy tú has vivido aquí... ¡Te pido que te vayas, para que ahora seamos nosotros los que viven aquí!

Obedeciendo las palabras del stárets, la serpiente salió sigilosamente de la iglesia y de la ínsula, perdiéndose en los bosques circundantes.

También contaban los discípulos del stárets, que al principio debieron soportar muchas necesidades en aquel lugar. La iglesia estaba muy deteriorada, le faltaban puertas, ventanas y todo lo demás elemental. Las celdas eran muy antiguas y ya habían empezado a desmoronarse. En general, toda la ínsula estaba inmersa en una espesa vegetación llena de espinas. Con todo, el stárets nunca perdió el coraje. De día talaban árboles y zarzales con sus hachas, para formar un prado. De noche se juntaban en un derruido sótano, comían unos trozos de pan seco y algunas legumbres, y se tendían sobre la tierra para dormir por algunas horas. Se levantaban a la medianoche y oficiaban los Maitines, glorificando a Dios. Después, el stárets pronunciaba una breve pero profunda y bella homilía, animando a los hermanos ahí reunidos. Al terminar, se tendían nuevamente hasta que salía el sol, levantándose para hacer sus oraciones y salir otra vez a la espesura a talar y podar.

Las buenas nuevas sobre la santidad en vida del Piadoso Jorge se divulgaron con rapidez en todos lados y muchos empezaron a venir a la ínsula y sus alrededores para quedarse a vivir, en tanto que otros se acercaban al stárets para ofrecerle toda clase de ayuda para reconstruir la iglesia y las celdas. En los primeros seis meses, vinieron a quedarse al monasterio seis hermanos. Un año más tarde ya eran dieciséis. A los tres años, en la ínsula habían treinta y tres monjes. Unos meses después ya eran cincuenta y cuatro. Y, cerca de 1786, la comunidad de Cernica estaba conformada ya por ciento tres hermanos.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 321-322)