Palabras de espiritualidad

El poder de la oración de los padres y las madres

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Dios sabe lo que necesitamos y nos da lo que considera que nos es beneficioso. Pero, atención: lo anterior no significa que no sea necesario seguir orando.

Para que nuestras oraciones sean escuchadas, tenemos que orar a los santos agradables a Dios, llenos de fe en el poder de su intercesión ante el Señor y con palabras que broten desde del corazón. En verdad, algunas madres que oran por sus hijas, no sin fundamento, bien podrían decir: “¿Cuánto tiempo más debo esperar? Pasa el tiempo y parece que mis peticiones no han sido escuchadas. ¿En dónde está, pues, el poder de la oración?”.

Bien. La respuesta es simple: o lo que pedimos no es para gloria de Dios, o no nos será de provhecho, o, en vez de algo bueno, pedimos para nosotros algo que podría perjudicarnos en el cuerpo y el alma.

Dios sabe lo que necesitamos y nos da lo que considera que nos es beneficioso. Pero, atención: lo anterior no significa que no sea necesario seguir orando, como el Señor Mismo dijo: “Pedid y se os dará” (Mateo 7, 7).

¡Queridos hijos e hijas! Sean obedientes a sus madres y a sus padres, de quienes reciben no solo consuelo y apoyo, sino también un amor sin condiciones y edificante. Y si ustedes, las mujeres, tienen ya determinado poder, este se hace extraordinario allí donde se enciende la chispa de la vida: allí, ustedes son las primeras con sus acciones.

(Traducido de: Cum să ne purtăm cu fiica adolescentă – Sfaturi pentru părinţi, traducere din limba rusă de Gheorghiţă Ciocioi, Editura de Suflet, Bucureşti, pp. 82-84)