Palabras de espiritualidad

El precio correcto para uno que había robado un libro

  • Foto: Silviu Cluci

    Foto: Silviu Cluci

Translation and adaptation:

Se cuenta que el anciano Gelasio poseía un importante libro de pergamino, cuyo precio era de unas dieciocho monedas...

Se cuenta que el anciano Gelasio poseía un importante libro de pergamino, cuyo precio era de unas dieciocho monedas. Aquel libro contenía toda la Escritura, y usualmente era dejado en la iglesia para que fuera leído por cualquiera de los hermanos que así lo deseara. Un día, un monje que venía de otro monasterio para conocer a Gelasio, vio el valioso volumen y le entró el deseo de llevárselo. Creyendo que nadie le veía, lo tomó entre sus brazos y huyó a la ciudad. El anciano Gelasio, que sabía lo que acababa de ocurrir, no sólo no quiso detener a aquel monje, sino que lo dejó hacer. Éste, al llegar a la ciudad, buscó la forma de vender el libro. Al poco tiempo encontró un comprador, a quien le pidió dieciséis monedas. Pero el otro le suplicó que le dejara el libro por un tiempo, para examinarlo detenidamente y deespués pagar el importe pedido.

El monje accedió. Entonces, el comprador salió corriendo a buscar al anciano Gelasio, para que revisara el libro y le dijera si era justo el precio que el monje había establecido. Luego de examinarlo por unos minutos, el anciano le dijo: “¡Cómpralo, es un libro muy bueno y merece el precio que te dieron!”.

Satisfecho, aquel hombre volvió a la ciudad, para encontrarse con el monje.

Se lo enseñé al anciano Gelasio... y me dijo que es demasiado caro y que no vale el precio que me pediste.

¿Qué?, balbuceó el monje. ¿Y no te dijo nada más?

No..

Perdóname... ¡he decidido que ya no quiero vender el libro!

Y, humillándose, fue a buscar al anciano. Al llegar, le pidió, lleno de contrición, que tomara el libro que le pertenecía. Pero el padre Gelasio rehusó aceptarlo. Entonces dijo el monje:

Si no lo recibes, ya no podré tener paz.

Si se trata de que no pierdas tu paz... está bien, lo acepto.

Y aquel monje se quedó en el monasterio hasta el final de sus días, fortalecido por el ejemplo del anciano.

(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a revizuită, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 47-48)