El precioso bien de la humildad
El orgullo es como una pompa de jabón, porque se hincha y vuela alto, muy alto, pero en cosa de un segundo se revienta y desaparece.
¿Y cómo podría caer el humilde? ¡Pero si está más abajo que la tierra que pisa! El orgullo es como una pompa de jabón, porque se hincha y vuela alto, muy alto, pero en cosa de un segundo se revienta y desaparece. La humildad, por el contrario, se asemeja a un árbol: mientras más profundamente penetren sus raíces en la tierra, más alto crecerá.
Tal como sobre los orgullosos cae la maldición de Dios: “El que se enaltezca a sí mismo, será humillado”, en los humildes se cumple la bendición divina: “El que se humille a sí mismo, será enaltecido”.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 200)