Palabras de espiritualidad

El primer paso hacia la redención

    • Foto. Silviu Cluci

      Foto. Silviu Cluci

La paciencia es nuestro mejor auxilio en la lucha contra las pasiones, porque lo más difícil para el hombre es decidirse a renunciar a su intención de seguir pecando.

¿Por qué es tan importante confesarse? En el momento en el que nos arrepentimos y nos postramos de rodillas ante Dios porque el demonio vino a tentarnos, Él le prohíbe a este que nos siga induciendo a cometer faltas. Él sabe que antes no veíamos nuestros pecados y vicios, pero ahora los hemos descubierto en nuestra alma y nos hemos arrepentido, y por eso es que nos hemos presentado ante Él para reconocerlos. Y, por Su gran humildad, Dios perdona nuestras vilezas y nos concede una fuerza gratífica en la lucha contra esos pecados.

La paciencia es nuestro mejor auxilio en la lucha contra las pasiones, porque lo más difícil para el hombre es decidirse a renunciar a su intención de seguir pecando. Y si vuelve a caer después de haberse arrepentido, tiene que arrepentirse nuevamente, y así sucesivamente, hasta librarse completamente de sus pasiones. La oración y la compunción de corazón tienen, entonces, una importancia capital en la lucha cotidiana en contra del pecado.

El gran escritor ruso Dostoyevski era muy devoto a la Ortodoxia. Sin embargo, tenía una debilidad: su viciosa afición a los juegos de azar. A menudo viajaba al exterior y se entregaba a ese vicio. No hallaba cómo renunciar a tan pernicioso hábito. Pero, una mañana, al levantarse, repentinamente sintió una fuerte repulsión hacia el juego. Dios se apiadó de él y salvó su alma de la pasión que la tenía sometida. ¿Por qué? Porque aquel hombre se arrepentía siempre de su debilidad. Debemos aprender a ser pacientes, sin atormentarnos ni desesperarnos, luchando siempre contra nuestras pasiones, porque: “Las virtudes y nuestro esfuerzo pueden borrar todo lo malo de nuestra vida”.

(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi: convorbiri cu Părintele Ambrozie (Iurasov), vol. 2, Editura Sophia, 2009, p. 182)