El primer vástago del demonio
“El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”.
San Máximo el Confesor dice que el amor a uno mismo es “el primer vástago del demonio”. Es la otra parte del segundo obstáculo que el maligno enciende en nuestro interior: el amor carnal a uno mismo, el comienzo del orgullo. En contra de esto nos pidió el Señor que nos decidiéramos por la renuncia a nosotros mismos, diciendo: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”. Sin embargo, semejante forma de renuncia puede ser practicada solamente por aquel que se ha elevado con su mente más allá de todo lo que es trivial y se ha deshecho de todo el amor terrenal, volviendo toda la fuerza de su amor hacia Dios. En otras palabras, Dios ayuda a romper las ataduras del amor a sí mismo, a aquel a quien antes ha ayudado a vencer las cadenas del amor al mundo.
(Traducido de: eromonahul Arsenie Boca, Cărarea Împărăției, Ediție îngrijită de: Preot Prof. Simion Todoran si Monahia Zamfira Constantinescu, Editura Sfintei Episcopii Ortodoxe Române a Aradului, 1995, p. 22)