El privilegio de tener una Madre que nos ama y nos cuida
¡Qué privilegio que la Madre del Señor sea también nuestra Madre! ¡Qué privilegio tenemos todos nosotros, los hombres! ¡Qué privilegio tan grande ante Dios, por la intercesión de la Santísima Madre del Señor!
A Dios lo amamos y lo honramos de una forma determinda. En teología decimos que lo adoramos. A los santos los honramos de otra manera, como hombres que fueron agradables a Dios. Y a la Santísima Madre del Señor decimos que la veneramos.
Y la veneramos porque es la Madre de la Luz y también nuestra Madre. Estando en la Cruz, nuestro Señor Jesucristo nos confió a ella, cuando le dijo a San Juan: “¡Hijo, he ahí tu madre!”, y, con el Apóstol, todos nos hicimos hijos de ella.
¡Qué privilegio que la Madre del Señor sea también nuestra Madre! ¡Qué privilegio tenemos todos nosotros, los hombres! ¡Qué privilegio tan grande ante Dios, por la intercesión de la Santísima Madre del Señor!
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 68)