Tal como el Sacramento de la Contrición o Confesión es el juicio misericordioso de Dios, oculto bajo un aspecto humilde, y los amantes de la humildad alcanzan ese don, así también el Santo Sacrificio del Señor, en la Divina Liturgia, esconde, nuevamente bajo un aspecto de humildad, un misterio que conduce al mundo. Los antiguos sabían el motivo por el cual el Anticristo no se hacía visible en aquellos tiempos, tal como el Santo Apóstol Pablo nos habla de este misterio de forma tácita, sin nombrarlo. Se trata de la Divina Liturgia, el Sacrificio Eterno, del cual el Señor nos habló por medio de Daniel y después Él mismo nos lo enseñó. La Divina Liturgia es lo que impide que se muestre el Anticristo, hasta cuando Dios lo permita. Porque, debido a nuestras incontables maldades, Dios Padre tendría que haber puesto fin al mundo desde hace mucho. Sin embargo, Dios-Hijo, que es amor a los hombres y a todos los seres, se sigue ofreciendo como Sacrificio Santo ante el Padre, intercediendo por Su piedad.

(Traducido de: Părintele Arsenie Boca, Cărarea Împărăției, Editura Sfintei Episcopii Ortodoxe Române a Aradului, p. 123)