El que es humilde no se inquieta por las difamaciones
Raiz y cimiento de todo lo bueno es la humildad y, sin ella, todo lo demás es inútil. Por eso, piensa que eres el el más indigno ser del cielo y de la tierra, indigno incluso de lo que tienes para comer.
La humildad es difamarte a ti mismo y considerarte nada, aún sabiendo quién eres. Es arrancar de tu alma las raíces y los retoños del orgullo y del deseo de ser encomiado, y pensar que eres el más indigno de todos. No sólo en tu corazón, sino también exteriormente debes trabajar en la humildad, sin tomar en cuenta lo que los otros te digan, si te ofenden o te difaman, ya que todos nuestros actos deben exhalar el aroma de la humildad y la pobreza y someternos, por amor a Dios, no sólo a los que están más alto que nosotros, sino también a los que están más abajo.
Especialmente, como dicen los mentores: Raiz y cimiento de todo lo bueno es la humildad y, sin ella, todo lo demás es inútil. Por eso, piensa que eres el el más indigno ser del cielo y de la tierra, indigno incluso de lo que tienes para comer.
(Traducido de: Agapie Criteanul, Mântuirea păcătoșilor, Editura Egumenița, 2009, pp. 305-306)