“También esos que se esfuerzan alcanzarán el Reino de los Cielos, por su perseverancia” , Esto quiere decir que el Reino se obtiene por medio del esfuerzo, la perseverancia y duros trabajos; por esto, sólo el que lleva una vida con denuedo y empeño, lo puede alcanzar. Esta forma de vida representa renunciar a todo placer en el camino hacia el Reino. Los placeres de toda clase nos alejan del Reino, pero parece que, al día de hoy, lo único que nos preocupa es precisamente vivir para los placeres, difícilmente espirituales, usualmente carnales: comer, beber, entretenernos, llevar una vida fácil. Y, así, nos atrevemos a decirle al Reino: “Perdóname, pero...”, a pesar de que en el Reino nos espera un espléndido banquete, uno como nadie en este mundo sabría preparar... pero nosotros tenemos otros gustos.

Lo que allí es dulce, para nosotros es amargo, lo que allí es agradable, para nosotros es insufrible; lo que allí nos debería alegrar, nos entristece... hemos tomado un rumbo completamente distinto. Y el Reino, con esos que se esfuerzan y lo van alcanzando, se aleja de nosotros. Pero a nosotros esto no nos preocupa. Podríamos llegar al punto de apresurarlos para que se vayan lo más rápido posible, como algunos han llegado ya a decir. Pero el astuto, no sé cómo, no logra cumplir con este plan.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 105-106)