El rol de la esposa es insustituible en la buena marcha de la vida familiar
San Juan Crisóstomo afirmaba que el hombre jamás podría administrar la hacienda familiar de mejor forma que su esposa, ni superar su contribución para la buena marcha del matrimonio y la vida familiar, no importando cuán grande sea el aporte material o financiero que provea.
La administración de lo doméstico pertenece completamente a la esposa: ella es la “soberana” en este aspecto. Es necesario subrayar que el digno rol de la esposa es de especial importancia y complejidad. (...). San Juan Crisóstomo afirmaba que el hombre jamás podría administrar la hacienda familiar de mejor forma que su esposa, ni superar su contribución para la buena marcha del matrimonio y la vida familiar, no importando cuán grande sea el aporte material o financiero que provea; en cualquier caso, a lo único que podría aspirar el esposo es a superar espiritualmente a su mujer:
“Les he demostrado que no pocos son los beneficios que nos ofrecen nuestras esposas, aunque si quisiéramos superarlas en lo espiritual, podríamos conseguirlo. Porque en las cosas tangibles es imposible alcanzar su dignidad. ¿Por qué? ¿Me dicen que ustedes (los hombres) contribuyen al bienestar económico familiar? ¿Pero quién podría administrar mejor esos bienes, sino ellas? ¿Por qué? Porque muchos perdieron todo lo que tenían, al no poderlo administrar solos. Y en lo que respecta al cuidado de los hijos, participen de él para ser parte de sus frutos. Insisto, la mujer es la que se esfuerza más, porque es quien porta al bebé en su vientre y quien sufre los dolores del parto. En consecuencia, tan sólo en las cosas espirituales podrían ustedes superarla.” (Homilía V sobre la II de Tesalonicenses)
(Traducido de: David C. Ford, Bărbatul şi femeia în viziunea Sfântului Ioan Gură de Aur, traducere din limba engleză de Luminiţa Irina Niculescu, Editura Sophia, Bucureşti, 2004, pp. 321-322)