El rol del sacerdote en la lucha contra el pecado y las desviaciones en la fe
“El alcoholismo, el desenfreno, el divorcio y el aborto son cosas que pueden ser combatidas con nuestras homilías. Después viene el ejemplo personal del sacerdote, la confesión, la oración y la lectura de libros santos”.
Decía el padre Geroncio (Ghenoiu):
—El primer pecado mortal contra el que debemos luchar es el orgullo, y después la ignorancia, la falta de conocimiento espiritual. Estos dos pecados dan origen a otros: la embriaguez, el desenfreno, el aborto, y la mentira, que abarca a todos los demás.
A un sacerdote le aconsejó:
—El alcoholismo, el desenfreno, el divorcio y el aborto son cosas que pueden ser combatidas con nuestras homilías. Después viene el ejemplo personal del sacerdote, la confesión, la oración y la lectura de libros santos.
Sobre la lucha contra las herejías y las sectas, dijo:
—Lo primero es el buen comportamiento de los pastores de almas. Después, los oficios litúrgicos celebrados con devoción, la caridad a los más necesitados, la prédica “viva”, la catequesis a los fieles, la enseñanza de la religión en todas las escuelas, incluso en las facultadses, la confesión frecuente, las visitas pastorales a los fieles, el conocimiento de la fe ortodoxa, la santa oración, etc.
Y después agregó:
—Los santos monasterios siempre han tenido, tanto en el pasado como ahora, un rol muy importante en la vida del pueblo rumano y en la defensa de la fe ortodoxa. La unidad nacional, como unidad de la fe, desde siempre ha sido defendida por los santos monasterios, por medio de los prelados, los sacerdotes, los monjes y los fieles. Tristemente, los católicos, para poder ocupar la región de Transilvania y atraer a los ortodoxos a la denominación uniata, destruyeron con sus cañones todos los monasterios y sketae, porque los monasterios y los monjes guardaban la unidad y la Ortodoxia en toda la región de los Cárpatos, reconfortando y fortaleciendo a los fieles.
(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Patericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 680-681)