El sacrificio del hombre humilde
El hombre humilde está preparado para ponerse a disposición de todos como un siervo, sin encontrar en ello mérito alguno.
El hombre humilde no busca verse en una posición más alta que la de su Maestro. Así como, en la Última Cena, el Hijo de Dios se levantó, se ciñó una toalla, se arremangó la túnica y empezó a lavar los pies de Sus discípulos, también el hombre humilde está preparado para ponerse a disposición de todos como un siervo, sin encontrar en ello mérito alguno. Porque se acuerda del mandamiento del Señor: “Si Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros os los debéis lavar unos a otros. Yo os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros lo mismo que he hecho Yo” (Juan 13, 14-15).
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Despre smerenie și mândrie, Editura Sofia, p. 92)