El Señor es indulgente y misericordioso hoy, pero no después de nuestra muerte
Entonces será implacable, porque “después de la muerte ya no existe el arrepentimiento”.
Cristo recibe al hombre cada vez que se arrepiente, porque el baño de la Santa Confesión está presente en todo el mundo. Cristo espera, ilumina y ayuda a todo pecador a que se acerque a purificarse y a hacerse partícipe de Su Reino. El Señor es indulgente y misericordioso hoy, pero no después de nuestra muerte. Entonces será implacable, porque “después de la muerte ya no existe el arrepentimiento”. Eso sí, no debemos acercarnos a Dios por miedo a la amenaza del infierno después de la muerte, sino por amor a Él. Cuando pecamos, maldecimos, nos enfurecemos... pero Él nos ama y nos perdona; esa es la peor amenaza para nuestro infierno. ¿Acaso es tan difícil reconocer “he pecado” y volver al buen camino? El individuo no ha terminado de pronunciar esas palabras, cuando Dios le responde: “Tus pecados están perdonados” Vemos a unos que no se arrepienten, que arrastran pecados gravísimos, dignos de toda condena, y, en un momento dado, se iluminan y vuelven a Dios. Se arrodillan y confiesan sus faltas ante el juicio espiritual, recibiendo la absolución de las mismas. Sin grilletes ni prisión, el hombre culpable de incontables faltas podría recibir el perdón, pero no lo hace porque el demonio no le deja, porque quiere tenerlo atado el día de su muerte y llevarlo al infierno que no tiene retorno.
(Traducido de: Ne vorbește Starețul Efrem Filotheitul Meșteșugul mântuirii, Editura Egumenița, Editura Cartea Ortodoxă, Galați, p. 152)