Jesucristo, Señor y Dios nuestro, es Dios perfecto y Hombre perfecto. Como Dios perfecto, Él todo lo comprende con amor, con Su amor infinito. Como Hombre perfecto, ama a cada alma que se acerca a Él. A nosotros, sin embargo, ese amor nos parece como algo lejano, tendemos a sentir que Dios está muy lejos. Pero, de hecho, somos nosotros quienes nos alejamos de El. Dios no puede alejarse de nosotros, porque Él es Vida y Amor perfecto.

¿Cuándo seremos capaces de demostrar el mismo amor por Él? ¿Cuándo vamos a acercarnos a Él como a un amigo verdadero?

Sin embargo, nosotros nos acercamos a Él de otra forma, con reticencias, hasta con frialdad. Y al orar o al practicar el bien, somos más bien formales. Pero Él quiere que actuemos de la forma más natural posible. Él mismo nos lo demostró cuando estuvo entre nosotros: fue simple, humilde y manso. Debemos acercarnos al Señor tal y como nos creó: simples. Así es como debemos acercarnos a Dios.

(Traducido de: Stareţul Tadei de la Mănăstirea Vitovniţa, Cum îţi sunt gândurile, aşa îţi este şi viaţa, Editura Predania, Bucureşti, 2010, pp. 122-123)