El Señor llama a la puerta, pero también el maligno nos espera afuera…
“Mirad que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y me abre la puerta...”.
Sepamos, hermanos, que también el demonio espera afuera, detrás de la puerta. Solamente que, en vez de aplicársele las palabras de Apocalipsis 3, 20, es decir el discreto y noble “Mirad que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y me abre la puerta...”, se le aplica lo que dice Génesis 4, 7, es decir el grosero: “A la puerta está acechando…”. Y la necedad —que es cuando se va el Espíritu, el hálito divino—, hija legítima del maligno, también se sienta con su maleta lista, o, en su defecto, con su zurrón atado a un palo, preparada para entrar en cualquier momento —apesadumbrada o caótica, Euménide o Paparudă* — en casa, en la mente, en los miembros. Hap țup. Pape Satan, pape Satan aleppe.
* Antiguo personaje del folclor rumano.
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 241)