El Señor no le cierra los brazos a nadie que quiera volver a Él
Lo importante es no persistir en el pecado y renunciar a él, porque el arrepentimiento es renunciar a pecar.
¿Qué puedo hacer para no caer en la desesperanza, conociendo la multitud de mis pecados?
—Querido hijo, el número de tus pecados no tiene que convertirse en un motivo de desesperanza para ti, porque lo que todos tenemos que hacer es buscar la contrición y practicarla con esperanza y con el rostro dirigido al futuro, confiando en que Dios no da a nadie por perdido, en que el Señor Jesucristo no rechaza a nadie, como me dijo una vez el padre Neaga, cuando entré a la Facultad de Teología: “¡Me alegro mucho! ¡Me alegro, porque Cristo no rechaza a nadie!”. No solo no rechaza a nadie, sino que incluso llama a todos.
Recordemos aquellas palabras del Evangelio según San Marcos, cuando, al escuchar a Bartimeo clamar: “¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!” (Marcos 10, 47), la multitud presente lo animó: “¡Confía, levántate, te llama!”. No olvides jamás estas palabras, por muchos que sean tus pecados. Lo importante es no persistir en el pecado y renunciar a él, porque el arrepentimiento es renunciar a pecar, y entonces Dios nos recibirá como el padre al hijo pródigo, sin interrogarlo, sin interpelarlo. Lo recibió porque volvió a él. (Archimandrita Teofil Părăian)
(Duhovnici români în dialog cu tinerii, Editura Bizantină, București, p. 86)