Palabras de espiritualidad

El texto evangélico y las obras de la erudición humana

  • Foto. Silviu Cluci

    Foto. Silviu Cluci

Mientras más profundizamos en el texto evangélico, más entendemos la diferencia entre este y las mejores creaciones de las grandes mentes humanas.

¿Has visto las flores artificiales creadas por artistas franceses? Las hacen tan bien, que su belleza pareciera no tener nada que envidiarle a cualquier flor natural. Pero tal comparación es válida mientras las vemos con un ojo débil o sin el auxilio de determinados instrumentos. Por ejemplo, ¿qué notaremos en la flor artificial, si nos valemos de una lupa para examinarla?  Un amasijo de filamentos, de nudos gruesos y feos, en vez de la maravillosa creación divina, llena de belleza y tersura. Y mientras más potente sea nuestra lupa, más evidente será la diferencia entre la espléndida obra de las manos de Dios y la triste imitación fabricada por el hombre.

Mientras más profundizamos en el texto evangélico, más entendemos la diferencia entre este y las mejores creaciones de las grandes mentes humanas. Por admirable y profunda que sea cualquier obra humana, científica o artística, tiene un límite, un fin. Puede que sea una obra vasta y exhaustiva, pero siempre tendrá un final. Por el contrario, mientras más profunda y detenidamente examinamos el Evangelio, más ampliamente se presenta ante nosotros su contenido, inagotable para cualquier mente humana genial.

(Traducido de: Starețul Varsanufie de la Optina, Editura Doxologia, Iași, 2011, p. 179)