Si un carácter apacible ayuda al progreso espiritual, con mucha más razón lo hace un carácter vehemente. Basta con que esta fuerza de la ira sea dirigida contra el mal, contra las pasiones del alma.
Así como en el icono tallado hay un trabajo incesante cuando se lo esculpe con minuciosidad, del mismo modo, también el alma humana requiere una labor continua, a medida que se limpian los ojos interiores y se vuelven como telescopios.

Si alguna vez no encuentras a nadie en quien mirarte espiritualmente como en un espejo, aléjate un poco de tu celda y mírate desde allí como si fueras otra persona, y descubrirás muchos defectos.
Si el hombre no llega a conocer a su “hombre viejo”, para humillarse de manera natural, la humildad no puede convertirse en él en un estado permanente, y así llegar a ser morada de la Gracia Divina.
No busques llegar a ser un stárets, porque el simple hecho de pensar en ello es ya un fracaso. Tampoco pretendas hacerte pasar por stárets si antes no has sido discípulo.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Părinţi Aghioriţi, Flori din Grădina Maicii Domnului, Editura Evanghelismos, 2004, pp. 173-174)