Palabras de espiritualidad

El valor de la obediencia ante las demás virtudes del monje

  • Foto: Bogdan Bulgariu

    Foto: Bogdan Bulgariu

La obediencia monacal jamás puede producir algo malo, porque es parte esencial del seguir a Cristo.

Como stárets, nosotros también podemos cometer errores más de alguna vez. Pero tú, por tu obediencia, no tienes cómo salir perjudicado de ello. La obediencia monacal jamás puede producir algo malo, porque es parte esencial del seguir a Cristo.

Si, como monje, practicas la obediencia a tu superior, alcanzarás la salvación. De lo contrario, no podrás practicar la oración con la mente, no podrás comulgar, no podras oficiar en la iglesia, porque estás destinado al tormento eterno. Mira el ejemplo de Adán o el de Eliseo… Con esos ejemplos puedes estar seguro de que Dios prefiere la obediencia a otras virtudes. También las demás virtudes son necesarias, pero ninguna obra lo que la obediencia. Por eso, dedícate a cultivarla con devoción.

Diré algo más. De nosotros depende que esa luz que hay en nuestro interior crezca o disminuya, es decir la Gracia. Si ahora es de cinco grados, mañana podemos hacerla de diez, catorce, quince o cien grados; pero también la podemos hacer bajar a ocho, cinco, tres o un grado. Depende de nosotros. Y esto viene de la devoción, la confianza y el respeto que tengamos a nuestro stárets. En función de la obediencia que practiquemos hacia él, esa luz crecerá. Pero no solamente hacia nuestro stárets, porque también entre nosotros debemos obedecernos.

Dichoso el monje que, antes de que su hermano o su stárets termine lo que tiene que decirle, se pone manos a la obra, diciendo: “¡Sea bendecido!”. Por ejemplo, si un hermano te dice: “¡Ven a ayudarme, padre!”, tú debes decirle: “¡Sea bendecido!”.

Si sigues este camino, ya verás lo que sientes en tu interior. ¡Cuánta paz, cuánta serenidad!

Al contrario, si dices: “¡Espera cinco minutos…! ¡Ahora voy!”, entonces... (Stárets Efrén de Katunakia)

(Traducido de: Ieromonahul Iosif AghioritulStarețul Efrem Katunakiotul, traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2004, pp. 177-178)