El verdadero cristiano no se perturba ante los problemas
El verdadero cristiano no es temeroso. Él sabe que Dios, auxilio y protector suyo, es Todopoderoso y, por eso, clama junto al Santo Profeta David: “No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza.” (Salmo 3, 6).
Un verdadero cristiano no se perturba ante las tormentas de la vida. Con su devoción aparta todo miedo y desconfianza, dando testimonio de su fe en Dios, y recordando que “para los cobardes, los renegados, los corrompidos, los asesinos (...) su lugar y su parte es el lago que arde con fuego de azufre...” (Apocalipsis 21, 8). El verdadero cristiano no puede, entonces, ser un temeroso.
Él sabe que Dios, auxilio y protector suyo, es Todopoderoso y, por eso, clama junto al Santo Profeta David: “No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza.” (Salmo 3, 6); “En Dios confío, no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmo 55, 12).
(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 20)