El verdadero peligro de la vanagloria
El demonio de la desesperanza se alegra cuando se multiplica la maldad, y el demonio de la vanagloria, por el contrario, se goza cuando se multiplica la virtud.
La vanagloria transforma la naturaleza del hombre, le estropea el carácter y lo insta a escuchar con deleite cualquier elogio que los demás le dirijan. La vanagloria destruye cualquier esfuerzo y el afán del cristiano que practica la ascesis, convirtiéndose en un peligro mortal para el tesoro del alma. La vanagloria es el predecesor de la soberbia, es naufragar en el puerto, es la hormiga en el granero. La hormiga espera a que se junten los granos después de la siega, lo mismo que la vanagloria espera a que se multiplique en el alma la riqueza espiritual. La hormiga se alegra porque va a robar el trigo; la vanagloria, porque malgastará toda la riqueza espiritual.
El demonio de la desesperanza se alegra cuando se multiplica la maldad, y el demonio de la vanagloria, por el contrario, se goza cuando se multiplica la virtud. Porque la puerta por la que entra el primero es la multitud de heridas espirituales, en tanto que la puerta por la cual penetra el segundo es la riqueza de los trabajos y sacrificios. Permanece atento y verás a la infame vanalogira manteniéndose viva hasta el sepuldro, vestida y perfumada, en los gestos de superioridad, entre otras cosas. Tal como el sol brilla sobre todas las criaturas, también la vanagloria se regocija con cada uno de nuestros esfuerzos.
(Traducido de: Glasul Sfinților Părinți, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumenița, 2008, pp. 18-19)