En esto consiste orar confiando en la respuesta positiva del Señor
El que piense que vendrán “días negros”, seguramente los tendrá. Pero sin Dios no es posible hacer nada, como dice el Señor: “Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Lucas 12, 31).
El Señor dijo: “Todo lo que pidáis al Padre en Mi Nombre os lo concederá” (Juan 15, 16)… pero nosotros no le creemos. No creemos ni siquiera en nuestra propia oración, ni en que Dios nos escuchará. No creemos en nada. Por eso es que todo nos resulta vano. Esta es la razón por la cual nos parece que nuestras plegarias nunca serán atendidas, porque no solo no pueden mover montañas, sino que no pueden conseguir ni siquiera la cosa más insignificante. Pero es que la oración ante Dios es un misterio y en ella no cabe ninguna coerción, sino solamente súplica: “¡Señor, ayuda, sana, salva!”.
Si hiciéramos esto, obtendríamos grandes resultados. Pero nosotros ponemos nuestra esperanza en cualquier clase de discusiones, creyendo que “ya podremos arreglárnoslas solos”, guardando no sé qué para no sé qué “días negros”. El que piense que vendrán “días negros”, seguramente los tendrá. Pero sin Dios no es posible hacer nada, como dice el Señor: “Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Lucas 12, 31).
(Traducido de: Cum să biruim iubirea de arginți, Editura Sophia, București, 2013, p. 44)