En qué consiste la paz del hombre que obedece en todo al Señor
Y es que la Gracia del Espíritu Santo entra con facilidad en el alma del hombre obediente, y le da alegría y sosiego.
La obediencia es algo necesario, no solo para el monje, sino también para cada persona. También nuestro Señor fue dócil y obediente.
Los orgullosos y quienes hacen solo lo que les apetece, no permiten que la Gracia more en ellos. Por tal razón, jamás hay paz en sus almas. Y es que la Gracia del Espíritu Santo entra con facilidad en el alma del hombre obediente, y le da alegría y sosiego. Todos buscan alegría y sosiego, pero pocos saben dónde encontrar esa alegría y esa paz, y qué es lo que tienen que hacer para conservar dichos dones.
Yo, por ejemplo, puedo decir que desde hace treinta y cinco años conozco un monje que todo el tiempo está alegre en su alma, lo cual se refleja en el gesto amable de su rostro, a pesar de ser ya muy mayor. Y esto, porque ama la obediencia y su alma se ha entregado a la voluntad de Dios. Por eso es que no le importa nada más, porque su alma ama al Señor y puede sentir Su presencia.
(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii şi iadul smereniei, Editura Deisis, p. 202)