El verdadero arrepentimiento consiste no sólo en confesar con sinceridad tus pecados al sacerdote, sino también en no volver a cometerlos. Y no sólo dejar de cometerlos, sino también llorar con amargura por tus faltas... Y tampoco basta con llorar tus pecados. Debes, asimismo, corregirte con los afanes de la contrición, que no sólo alcanzan para cubrir tus faltas, sino también para dejarlas atrás.

¡Vano es el arrepentimiento de quien, con una abstinencia breve y un corto ayuno, busca tapar su permanente empacho y ebriedad! ¡Inútil es también la contrición de quien cree que, absteniéndose de lo carnal por un breve lapso, podrá purificar sus graves pecados, mortales, cometidos a lo largo de muchos años! ! ¡Errado es también el arrepentimiento de quien espera que, tan sólo con unos pocos suspiros y unos cuantos golpes en el pecho, podrá corregir sus injusticias!! ¡Dudoso es el perdón de los pecados de quien cree que, con unas cuantas lágrimas, pero sin ningún esfuerzo y el afán propios del verdadero arrepentimiento, podrá purificar sus innumerables faltas e iniquidades, tratando de librarse de los tormentos eternos!

(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Viaţa şi Omiliile, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 131)