Les pido que busquen el amor mientras sean capaces de hacerlo y, avanzando con fe, aplíquenlo, no dejándose engañar en las esperanzas que tengan. Porque todo celo y todo esfuerzo, si no llega al amor con humildad (Salmo 50, 19), es vano y no arriba a nada útil. En ninguna otra virtud, ni en el cumplimiento de algún mandamiento del Señor, puede reconocerse si la persona es discípula del Señor, ya que Él mismo dijo:

“En esto sabrán que son discípulos Míos, si se aman unos a otros”. (Juan 13, 35).

Precisamente por el amor, la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1, 14);. Por amor, también, haciéndose hombre, sufrió voluntariamente la vivificadora Pasión, para que Su creación, es decir, el hombre, se desprendiera de las cadenas del infierno y, llevándolo en sus hombros, poder elevarlo a los Cielos.

Fue también por amor que los Apóstoles pescaron incansablemente en todo el mundo habitado, usando la caña y el anzuelo de la predicación. Así, lograron sacar al mundo de lo profundo de la idolatría y salvarlo, llevándolo al puerto del Reino de los Cielos.

Por amor, los discípulos derramaron su sangre para no perder a Cristo. Por amor, nuestros teóforos Padres trabajaron con ahínco para la Iglesia universal y apostólica; pero nosotros, indignos, hemos venido a Ustedes como jerarcas, muy honorables padres y hermanos, para que, imitando a nuestros Padres, sepamos ser pacientes y soportar todo, por Ustedes, haciendo lo que estemos llamados a hacer por su bien y para poner en la mesa del Señor sacrificio perfecto y agradable a Él (Romanos 12, 1].

(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Cateheze. Scrieri II, Editura Deisis, Sibiu, 2003, p. 25)