¡En verdad, qué bueno es el Señor!
“Venid a adorarlo, hinquemos las rodillas delante del Señor, nuestro creador. Porque Él es nuestro Dios y nosotros Su pueblo, las ovejas que Él cuida”.
¡Qué bueno es el Señor! ¡Qué misericordioso es, y qué grande es Su amor a la humanidad, porque siempre perdona nuestros pecados! Fue por nosotros que Él se hizo humilde y pobre, y por nuestra salvación aceptó el sufrimiento. Fue abofeteado, insultado, herido, difamado y vejado, derramando Su santa sangre, con la cual nos sanó a todos, tal como está escrito.
“Venid a adorarlo, hinquemos las rodillas delante del Señor, nuestro creador. Porque Él es nuestro Dios y nosotros Su pueblo, las ovejas que Él cuida” (Salmos 94, 6-7).
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 72)