¡Encomiéndale a Dios cada una de tus acciones diarias!
No empieces nada sin antes haber orado, porque todo lo que hacemos sin oración después demuestra ser injusto o perjudicial.
«Realiza todas tus tareas cotidianas con la mente puesta en hacerlo todo para gloria de Dios. Recuerda que Dios te ve todo el tiempo: Él ve tus acciones, tus ocupaciones, tus sentidos, tus pensamientos y tus deseos. Recuerda también que Él te recompensará por cada una de tus buenas acciones. No empieces nada sin antes haber orado, porque todo lo que hacemos sin oración después demuestra ser injusto o perjudicial, acusándonos de una forma que no se puede ver.
Nuestro Señor dijo: “Sin Mí no podéis hacer nada” (Juan 15, 5). Sé siempre diligente en todo lo que hagas, y atribúyele tus logros a las bendiciones de Dios. Asume todo lo que parezca difícil de cumplir como un castigo por tus pecados, con espíritu de obediencia y humildad. Y si terminas bien con tus tareas, agradécele al Señor, según te dicte tu corazón».
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 69)