Palabras de espiritualidad

Enseñándoles a nuestros hijos a pedir perdón

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Es bueno enseñarle al niño a escribir sus pecados, para que pueda confesarse de mejor manera.

Se considera que a los siete años, (...) el niño ya es responsable por sus errores y faltas. A partir de esta edad su atuendo espiritual empieza a mancharse de pecados.

Usualmente, nos esforzamos en cultivar la pureza física en el niño. Pero, sin duda, es más importante cultivar en él la pureza espiritual, la necesidad de limpiar cada pecado y cada mancha en su vestidura espiritual, por medio de la Confesión, que suele preceder a la Comunión.

Un buen hábito es empezar a juntar ese “capital” espiritual, en porcentajes que podrían ser de utilidad durante toda la vida. Así, si el niño se acostumbra a pedir perdón por sus faltas y a confesarse desde los siete años, su alma se mantendrá siempre pura. Es bueno enseñarle a escribir sus pecados, para que pueda confesarse de mejor manera.

Ya en la adolescencia, los jóvenes pueden comulgar (y confesarse) con menos frecuencia, pero al menos una vez al mes y en las festividades más importantes.

(Traducido de: N. E. Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, pp. 40-41)