¿Entendemos lo que representa la familia en el mundo actual?
Todas estas preguntas siguen esperando respuesta, pero no una respuesta que provenga de cualquier persona, sino desde nuestro propio interior.
Es un tema que concierne no solo a nuestro país, sino al mundo entero, y que plantea un gran problema a nuestra Iglesia Ortodoxa, especialmente a los padres espirituales. La raíz de todo el mal que vemos a nuestro alrededor está en la falta de una auténtica vida espiritual en la familia. Nos hemos acostumbrado a condenar solamente el mal, específicamente sus efectos, pero nos olvidamos de sus causas.
Nadie pareciera ser consciente de la oscuridad en la que se halla inmersa la mente del hombre actual. Aparte de la gravedad del aborto o el divorcio, muy pocos intentan entender por qué sucede todo esto. Desde luego que no basta con entenderlo, pero es un paso necesario para poder anular sus causas. Dicho de otra manera, si estudiamos la causa, podemos librarnos del efecto.
Luego, tenemos que preguntarnos: para nosotros, ¿qué es la familia? ¿Al esposo y la esposa los ha unido Dios por medio del matrimonio? ¿Es la familia la presencia de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el mundo? ¿Para nosotros la falta de un hijo es un fracaso, sólo como representación, de lo que estamos obligados a reconocer que somos? ¿O es que aquellas palabras del Santo Apóstol Pablo, “Este gran misterio está en Cristo y en la Iglesia” tienen eco en nuestros corazones?
¿Esposo y esposa, entendemos que representamos a la Iglesia? ¿Entendemos que representamos a Cristo? ¿Entendemos Quién es Cristo, la cabeza de la Iglesia? Cuando somos “Iglesia”, cuando somos esposos, ¿entendemos que fuimos creados del costado de Cristo? Porque la Iglesia, de forma invisible, nació del costado de Cristo, cuando derramó Su Santísima Sangre en la Cruz y, de forma visible, en el Pentecostés.
¿Entendemos que Cristo es nuestra Cabeza, y que nosotros somos el cuerpo y los miembros, y que juntos conformamos eso que puede contiunar como humanidad, perpetuando lo que Dios permitió que existiera y después santificó para que pueda seguir existiendo?
Todas estas preguntas siguen esperando respuesta, pero no una respuesta que provenga de cualquier persona, sino desde nuestro propio interior.
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu, 2011, pp. 211-212)