Palabras de espiritualidad

Entendiendo la Divina Providencia

  • Foto: Valentina Birgaoanu

    Foto: Valentina Birgaoanu

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Confiando en todo esto, escucharemos la voz de Dios en todas partes, nos convenceremos de que cada cosa fue creada con un propósito elevado, y que todos los tonos de la vida conforman una sola y maravillosa armonía.

Los hombres suelen olvidar que Dios no distingue entre las cosas grandes y las pequeñas; esas diferencias pertenecen al modo humano de verlo todo. Los hombres son raudos para reconocer la voluntad de Dios en un suceso excepcional, en una sorprendente manifestación de la justicia divina; no dudan que el Señor es quien guía, en lo que es esencial, la vida del hombre, pero rechazan ver que en los “detalles menores” también se manifiesta la voluntad de Dios, y olvidan que ni siquiera un cabello de sus cabezas podría moverse sin la voluntad de Dios, y que Él cuida hasta de la más pequeña de las aves.

Quienes piensan así no se dan cuenta que el camino de la vida no se mide solamente en edades y distancias, sino que también debe tomarse en consideración cada paso que nos lleva al objetivo final. A aquellos que aman al Señor “todo se les hace para bien”. Este amor les hace ver en todo la voluntad de Dios y Su cuidado en cada paso que damos y en cada cosa que obramos.

Los que aman al Señor no toman en toman en cuenta las causas de segunda mano y no señalan a los demás por nada, sino que en todo ven la mano de Dios, Quien determina y conduce hasta los más ínfimos sucesos, conduciendo, al mismo tiempo, nuestros actos y pensamientos. Confiando en todo esto, escucharemos la voz de Dios en todas partes, nos convenceremos de que cada cosa fue creada con un propósito elevado, y que todos los tonos de la vida conforman una sola y maravillosa armonía.

(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 203)



 

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