Eres tú mismo solamente cuando eres capaz de dominarte
Cada momento se nos dio con un propósito único por parte de Dios. Cada momento tiene una importancia para la eternidad.
Quien se acostumbra a postergar lo importante, difícilmente puede librarse de ese mal hábito. Aquel que se detiene en su ascenso, en ese mismo momento cae más bajo que el punto a donde había llegado. No avanza sino quien sube despacio, pero sin detenerse. Esta idea la encontramos desarrollada en San Gregorio de Nisa. Detenerse por simple pereza produce una suerte de parálisis en las fuerzas del alma. Quien cede ante la desidia se convierte en esclavo de esta, debilitándose su libertad y su autocontrol. Eres tú mismo solamente cuando eres capaz de dominarte. Por eso, en griego “libertad” significa también la “capacidad de ser tu propio señor”.
No ayudé a mi hermano cuando lo necesitaba, y pude haberlo perdido. Cada momento impone un deber único para siempre, que es imposible de realizar en cualquier otro instante. Cada momento se nos dio con un propósito único por parte de Dios. Cada momento tiene una importancia para la eternidad.
(...) Quien sube, lo hace porque escucha la voz de Dios llamándole. Aquel que se acostumbra a no ofrecer toda su atención a los mandamientos de Señor, una vez los escucha, y espera que se los repitan o que se le ofrezca una señal más clara, pierde la sensibilidad receptiva del corazón. Y empieza a anquilosarse, a atrofiarse espiritualmente. Empieza a dejar de estar vivo, empieza a morir. Se aparta de la sensibilidad ante el plano divino, que lo hace libre; se aleja del plano vibrante del Espíritu, y cae en otro, que es propio del automatismo de la naturaleza, dejando de ser él mismo. Se afirma, una vez más, la importancia del “ahora” y del “hoy”, la importancia de realizar en este instante lo que Dios pide de él. Cada momento de nuestra existencia se nos concede para llenarlo con la realización de un propósito, para imprimir en nosotros lo que se nos pide. Y Dios Mismo nos dice cuál es nuestra responsabilidad para el momento respectivo.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, notele 50 și 51 la Varsanufie și Ioan, Scrisori duhovnicești, în Filocalia XI, Editura Humanitas, București, 2009, p. 52-53)