Es bueno ser indulgentes y compasivos, pero también hay un límite para la tolerancia
La tolerancia es buena, cuando nos mostramos indulgentes y perdonamos las debilidades de nuestro semejante, fruto de su propia imperfección física o moral. “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mateo 9, 13).
La tolerancia puede ser de dos clases: buena o mala. Es buena, cuando nos mostramos indulgentes y perdonamos las debilidades de nuestro semejante, fruto de su propia imperfección física o moral. “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mateo 9, 13).
La tolerancia es herética y comporta una condena cuando nos lleva a pecar. Este es el pecado que cometen los padres que permiten que sus hijos vivan en el desenfreno, para su perdición. Lo mismo ocurre con los sacerdotes y los padres espirituales, cuando toleran que los fieles y también sus hijos espirituales yazcan entre sus pasiones y pecados, argumentando que “son jóvenes y tienen que vivir su vida”, convencidos de que “Dios es bueno y misericordioso, y nos perdona a todos”.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Rânduiala Sfintei Spovedanii și a Sfintei Împărtășanii, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1993, p. 114)