¿Es correcto buscar cómo evitar el sufrimiento?
Vendrá el momento en el que todas nuestras pruebas y aflicciones se perderán en el pasado.
No debemos buscar eludir el sufrimiento, si lo que queremos es nacer a una vida en Dios, si queremos transformar nuestro cuerpo físico en un cuerpo espiritual. Como decía el Santo Apóstol Pablo, “se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual” (I Corintios 15, 44.) Solamente la fuerza de la oración supera la resistencia de la materia y libera nuestra mente de este mundo tan estrecho e inerte, hacia los vastos espacios abiertos, brillando por la Luz.
La mente se ve aturdida por las pruebas que vienen a ella, en nuestra lucha por la oración. No es fácil identificar la causa y las formas de estas pruebas. Mientras no entremos “en los divinos santuarios” (Salmos 72, 17), seguiremos vacilando, caminando sin saber con certeza si nuestras acciones le agradan a Aquel que es Santísimo. Debido a que no estamos exonerados del pecado, creemos solamente que nuestras malas acciones provocan las tormentas que se encienden a nuestro alrededor; sin embargo, debemos recordar que el Santo Apóstol Pedro les decía a los primeros cristianos, en su desesperanza, que “el Espíritu de la gloria” (I Pedro 4, 14) descansaba sobre ellos. Pero hay algo cierto: vendrá el momento en el que todas nuestras pruebas y aflicciones se perderán en el pasado. Entonces veremos que los períodos más terribles de nuestra vida fueron los más fructíferos, acompañándonos más allá de las fronteras de este mundo, para ser el cimiento del Reino “inconmovible” (Hebreos 12, 28).
(Traducido de: Arhim. Sofronie Saharov, Rugăciunea, experiența Vieții Veșnice, Editura Deisis, p. 76-77)