¿Es Cristo la luz de mi vida?
“Ciego con los ojos del alma, a Ti acudo, Señor, como aquel ciego de nacimiento y, arrepentido, proclamo: ¡Tú eres la radiante Luz de los que están en la oscuridad!”.
Nuestro Señor Jesucristo se reveló como luz. ¿Cuántos de aquellos que piensan en Él, lo tienen como una luz? Nuestro Señor Jesucristo dijo de Sí Mismo: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad” (Juan 8, 12). ¿Cuántos de aquellos que creen que nuestro Señor es la Luz del mundo, lo sienten como la Luz del mundo, y lo tienen como la Luz del mundo, como su propia Luz? Y si pensando en nuestro Señor Jesucristo, no nos quedamos asombrados por Sus milagros, tal como se admiraron quienes lo vieron realizarlos, significa que no tenemos la suficiente visión espiritual, que no tenemos suficiente luz. Y entonces, es normal decir: “Ciego con los ojos del alma, a Ti acudo, Señor, como aquel ciego de nacimiento y, arrepentido, proclamo: ¡Tú eres la radiante Luz de los que están en la oscuridad!”.
¿Por qué con arrepentimiento? Porque reconocemos las causas de nuestra oscuridad y sabemos que es por medio de la contrición que se realiza nuestra iluminación. Por eso es que decimos: “Arrepentido, proclamo: ¡Tú eres la radiante Luz de los que están en la oscuridad!”. Pero si no te veo como luz, Señor, es que me hallo en la oscuridad.
(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Lumini de gând, Editura Antim, 1997, pp. 181-182)