Palabras de espiritualidad

¿Es la alegría una cosa de la voluntad?

  • Foto: Benedict Both

    Foto: Benedict Both

La alegría se obtiene cuando atravesamos las puertas que conducen a ella. Una cuestión de voluntad es, por ejemplo, cumplir con los mandamientos de Dios.

No. Entrar a la alegría de Dios sí que es una cuestión de voluntad. La alegría se obtiene cuando atravesamos las puertas que conducen a ella. Una cuestión de voluntad es, por ejemplo, cumplir con los mandamientos de Dios. Y no solamente de la simple voluntad, sino de tensar la voluntad, porque nosotros entendemos por “voluntad” el poder de nuestro ser que dice: “¡Quiero!”. Pero, esta es la voluntad que dice: “Esto es lo que tienes que hacer”. Y, al final, se resigna: “Aunque quise, no pude”. ¿Por qué? Junto a la voluntad, hay otra fuerza en nuestro interior que, para utilizar un término moderno, se llama “motivación”. Nosotros preferimos llamarlo “tener una fe fuerte”, o “una fe decidida”. La sola voluntad no puede hacer nada. Si mi cuerpo entiende la promesa de que, si hace esto, ocurrirá esto otro, usará la voluntad para hacer algo que le ayude a obtener lo que se le ha prometido. Si a mi alma se le ha prometido algo, y ella lo desea, todas sus fuerzas se sentirán “motivadas” para seguir los dictados de la voluntad. De lo contrario, conocemos muchos casos de aquellos que, habiendo empezado con fuerza en las cosas de la fe, con el paso del tiempo se han ido diluyendo. ¿Por qué? Porque lo suyo fue solamente un acto de voluntad. La voluntad no es el corcel, sino el freno. ¡Y no conozco a nadie que haya llegado a alguna parte utilizando únicamente el freno!