Es más poderosa una gotita de oración, que un mar de preocupaciones
Nuestro Señor dijo: “¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?” Así pues, poniendo toda nuestra confianza en Él, perseveremos en la tarea que nos fuera encomendada, sin preocuparnos por lo que venga o pueda venir. Es más poderosa una gotita de oración que un mar de preocupaciones.
Debes esforzarte y ser perseverante, no llenarte de preocupaciones. Esfuérzate y persevera en la verdad y en la santidad de Dios, y deja tu preocupación en Sus manos. Él quiere que hagamos lo que está a nuestro alcance, no lo que depende de Él. Nuestro Señor dijo: “¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?” Así pues, poniendo toda nuestra confianza en Él, perseveremos en la tarea que nos fuera encomendada, sin preocuparnos por lo que venga o pueda venir. Es más poderosa una gotita de oración que un mar de preocupaciones. Sobre todo, no debemos preocuparnos en lo que respecta a la Iglesia de Dios. Si hay algo en este mundo que tiene la victoria asegurada, esa es la Iglesia de Cristo. Porque las puertas del infierno no podrán contra Ella.
San Gregorio Magno, describiendo la Iglesia de sus tiempos, la compara con “una barca vieja, dañada por las tormentas, llena de grietas por las que se cuela el agua, ya que sus tablas se pudren y son corroídas diariamente por el embate de las olas”. Recordemos que entonces la humanidad enfrenteaba terribles aflicciones: hambrunas, pestes, guerras... desesperanza. Como consecuencia de las continuas guerras, la población de las ciudades había sido diezmada y las tierras, abandonadas. Nadie quería ya casarse, porque todos pensaban que se acercaba el fin del mundo. Tal era el estado de la Iglesia hace doce siglos. El fin del mundo aún no ha venido, muchas cosas han mejorado y la Iglesia ha crecido y se ha extendido. Pero si el hombre fuera el piloto de la nave de la Iglesia, el primer temporal la hubiera destruido completamente; sin embargo, el timonel de la Iglesia, tanto entonces como ahora, es el Todopoderoso Espíritu de Dios.
(Traducido de: Episcop Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, volumul II, Editura Sophia, Bucureşti, 2003, pp. 266-267)