Padre, cuando alguien extrae una conclusión equivocada de algo que yo he hecho, ¿tengo que explicarle cómo fue que actué?

—Si tienes fuerza espiritual, es decir, humildad, piensa que en verdad te equivocaste y no digas nada más. Deja que sea Dios quien te justifique. Si no hablas tú, hablará Dios por ti. Acuérdate de José; ¿qué pasó cuando lo vendieron sus hermanos? ¿Acaso dijo: “Soy su hermano, no su siervo…  mi padre me amaba más a mí que a sus demás hijos”? No, no dijo nada. Pero después habló Dios y lo hizo rey. ¿Entonces? ¿Es que Dios no puede dar a conocer la verdad? Y si Dios revela la verdad por tu bien, mucho mejor. Y si no la revela, también es por tu propio bien. 

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. III Nevoința duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 98-99)