Es mejor evitar los conflictos, y si surgen, hay que sofocarlos lo antes posible
El Señor nos recomienda resolver los conflictos en el acto; eventualmente, nuestro enfado no tiene que pervivir hasta el ocaso.
La ausencia de amistad crea conflictos, porque los hombres no pueden vivir a “nivel cero”, es decir, en el nivel de la indiferencia. Y si tratan de hacerlo, yerran. Tristemente, los hombres pueden ser o enemigos, o amigos. No hay un tercer estado, porque ni Dios Mismo ama a los que están a medio camino, a los “tibios”.
Somos amigos, o somos enemigos. El Señor nos recomienda resolver en el acto los conflictos; eventualmente, nuestro enfado no tiene que pervivir hasta el ocaso. Es muy peligroso alimentar y prolongar las desaveniencias. “Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel?” (Mateo 5, 25).
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soț ideal, soție ideală, Editura Anastasis, 2001, p. 13)