Palabras de espiritualidad

¿Es pecado reír cuando uno es alegre por naturaleza?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Puedes reír cuando sea el momento propicio para hacerlo. “Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran” (Romanos 12, 15) dice el Santo Apóstol Pablo, en tanto que el Santo Apóstol Lucas dice: “Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis” (Lucas 6, 21). 

No. Puedes reír cada vez que sientas la necesidad de hacerlo; eso sí, no lo hagas por gusto.

Cuando sientas la necesidad de reír, ríe, pero no de los demás ni de cosas serias. También yo soy una persona que tiende a reír con facilidad, y jamás me ha pasado por la cabeza que esto sea un pecado. En una traducción del Salmo 20, dice: “Los alegraste con la sonrisa de Tu rostro”; se refiere, aquí, a la sonrisa de Dios, aunque, como bien sabemos, Él no tiene un aspecto humano, como sí lo tiene Cristo. Pero de Dios-Padre y de Dios-Espíritu Santo no podríamos decir que sonríen, aunque por “sonrisa” nos estemos refiriendo a una manifestación de afecto y consuelo. Entonces, claro que puedes reír cuando sea el momento propicio para hacerlo. “Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran” (Romanos 12, 15) dice el Santo Apóstol Pablo, en tanto que el Santo Apóstol Lucas dice: “Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis” (Lucas 6, 21). Eso sí, no puedes mantener esa misma actitud todo el tiempo. Además, es importante señalar que esto depende mucho de la estructura de la persona; Hay quienes tienden a reír más que los demás. Me acuerdo de un monje del monasterio, el padre Serafín Popescu, cuya personalidad era muy abierta, muy expresiva, y, cuando reía, lo hacía con ganas. Un día, vinieron unos peregrinos de Alemania y, al escuchar la risa del padre Serafín, corrieron a traer una grabadora para registrarla y poderla escuchar las veces que quisieran al regresar a su país. ¿Obraron mal? Yo digo que no. Si te echas a reír cuando no es ni el momento ni el lugar adecuado para hacerlo, entonces sí que no es correcto.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 121-122)

Leer otros artículos sobre el tema: