“¿Es que no quieres sufrirlo todo por Mi amor?”
Ante cualquier situación, clama: “Por Tu amor, Jesús mío, dulce amor, soportaré todas las ofensas, los insultos, las injusticias, las acusaciones, las aflicciones y todo lo que me suceda”.
No hay nada que ayude tanto a extinguir la ira y las demás pasiones, como el amor a Dios y a nuestros semejantes. Con el amor es más fácil vencer, que al luchar de cualquier otra forma. Y si debes luchar, no sentirás el dolor... sólo si tu mente es dominada por el amor. El amor no se termina nunca, si diriges el timón de tu alma hacia él. Ante cualquier situación, clama: “Por Tu amor, Jesús mío, dulce amor, soportaré todas las ofensas, los insultos, las injusticias, las acusaciones, las aflicciones y todo lo que me suceda”. Pensando de esta forma, verás cómo el peso de las tribulaciones se hace más ligero y la amargura provocada por el demonio cesa.
Cierta vez, debido a las constantes y terribles tentaciones que me acechaban, sentí que me llenaba de una profunda tristeza y desesperanza, hasta el punto de pensar que Dios era injusto conmigo, por permitir tantas aflicciones en mi vida, sin tan siquiera aligerarlas un poco para permitirme respirar. Así, sumido en esta pesadumbre, oí una voz que me hablaba desde mi interior, un dulce susurro, muy claro y lleno de compasión: “¿Es que no quieres sufrirlo todo por Mi amor?”. Inmediatamente comenzaron a brotarme las lágrimas y me llené de un hondo arrepentimiento por la desesperanza que antes se había apoderado de mí. Nunca olvidaré esa voz tan dulce que hizo que desapareciera al instante toda mi desesperanza.
“¿Es que no quieres sufrirlo todo por Mi amor?”
¡En verdad, dulce amor! Por Tu amor es que también nosotros nos crucificamos y por él es que soportamos todo.
(Traducido de: Gheron Iosif, Mărturii din viața monahală, Editura Bizantină, pg. 54-55)