Esa voz que nos susurra y nos invita a ceder…
“Si da a su voz un tono amable, no te fíes, porque su corazón está lleno de maldad” (Proverbios 26, 24).
Si el hombre resiste y no cede fácilmente, el demonio de la vanagloria —que antes había intentado llevarle a las exageraciones más irracionales— recurre a una última artimaña y modifica su táctica. Le susurra al hombre, una y otra vez: “¡Listo, ya lograste tu objetivo, no hace falta que sigas ayunando!”. Es el mismo que, lisonjero, se nos acerca y nos dice: “A partir de ahora puedes dejar de privarte de comer y beber, porque es el ayuno lo que ha hecho que tu cuerpo se vea débil y enjuto”.
“Si da a su voz un tono amable, no te fíes, porque su corazón está lleno de maldad” (Proverbios 26, 24).
Todos aquellos que en algún momento hayan intentado librarse de alguna pasión o de algún mal hábito conocen esa clase de pensamientos. No hay nada más ilusorio que una “victoria”; eso también lo saben nuestros enemigos invisibles. Por eso es que escenifican tales “triunfos”, apartándose en apariencia, para después asaltarnos con mayor brío. Recordemos que también nuestro Señor nos habla de un hombre del cual salió un demonio, y en el cual, aprovechándose de su displicencia, posteriormente entraron otros siete demonios, aún más llenos de maldad que el primero (Mateo 12, 43-45).
(Traducido de: Ieroschimonahul Gabriel Bunge, Gastrimargia sau nebunia pântecelui – știința și învățătura Părinților pustiei despre mâncat și postit plecând de la scrierile avvei Evagrie Ponticul, traducere pr. Ioan Moga, Editura Deisis, Sibiu, 2014, p. 54)