Vigila sin descanso tu propia mente, porque la vida o la muerte de tu alma dependen de tu esfuerzo o negligencia en esta empresa.

Todo empieza en el lado imaginativo de la mente. No hay pecado o virtud que no tenga la facultad imaginativa de la mente como comienzo o punto de inicio. En consecuencia, el santo objetivo de la salvación es alcanzado cuando observamos con atención ese punto de arranque mental.

La lucidez espiritual consiste en la forma esencial de mantener nuestra mente limpia de cualquier figuración pecaminosa y de oponernos a cualquier ataque del enemigo, por medio de las Escrituras y el Santísimo Nombre de Jesús.

Sin esa lucidez o discernimiento, es imposible alcanzar la purificación del alma y del cuerpo, cuando Dios no es percibido por los sentidos de la mente y del corazón.

(Traducido de: Comori duhovnicești din Sfântul Munte Athos, Culese din scrisorile și omiliile Avvei Efrem, Editura Bunavestire, p.269)