La Eucaristía ha sido y será siempre la medida eclesial de la vida del cristiano. Los esposos deben practicar juntos una vida espiritual, en Cristo. Si ésta no existe, tampoco lo hace la iglesia doméstica. Todos nuestros problemas en relación a la Iglesia —pero, especialmente los sociales y familiares— provienen de esa falta de Iglesia en nuestra vida, de la pérdida de su carácter eucarístico.

Comulgando juntos, participando juntos en la vida de la Iglesia, de sus Sacramentos y oraciones, el matrimonio se convierte no sólo en unión de cuerpos y almas, sino también en una conexión espiritual. Con esto, el matrimonio bendecido, ortodoxo y neo-testamentario se diferencia de cualquier otro.

(Traducido de: Pr. Prof. Gleb Kaleda, Biserica din casă, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2006, p. 39)