¿Está en nuestras manos librarnos del mal?
Cuando oremos y pidamos fuerzas por parte de Dios, no lo hagamos con desgano y pequeñez de fe, sino con energía y vigor, desde el corazón, llenos de una fe valiente.
Hubo un santo que le agradecía a Dios por el infierno. Y lo hacía por el simple hecho de saber cuánto bien nos hizo el Señor, revelándonos todo lo referente a la existencia del infierno. Tristemente, a pesar de que conocemos la existencia del infierno, seguimos en nuestra indiferencia y no nos detenemos de pecar. Y, pecando, nos intranquilizamos y nos creamos un sinfín de problemas relacionados con nuestro destino después de morir. Entonces, preguntémonos: ¿qué habría pasado si no supiéramos nada sobre el infierno?
¿Está en nuestras manos librarnos del pecado, del mal? ¡Sí! Basta con desearlo y, si tenemos un poco de voluntad, orar para recibir el auxilio divino. Así todo es posible: “Todo lo puedo en Aquel que me fortalece”, dice el Apóstol Pablo (Filipenses 4, 13). Eso sí, cuando oremos y pidamos fuerzas por parte de Dios, no lo hagamos con desgano y pequeñez de fe, sino con energía y vigor, desde el corazón, llenos de una fe valiente.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Călăuzire către viața duhovnicească, Editura Egumenița, p. 186)