Palabras de espiritualidad

Estamos llamados a orar con agradecimiento y alegría

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El orden fundamental con el que debemos orar es: agradecimiento, arrepentimiento y petición. No debemos empezar confesando nuestros pecados. Antes de bajar la mirada a nuestra suciedad interior debemos elevarla con agradecimiento, a la gloria de Dios.

La Madre del Señor puede servirnos de ícono y modelo.

Ciertamente, ella responde a la Anunciación que le hiciera el Arcángel, diciendo, “Mi alma proclama la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador” (Lucas 1, 46-47). Es una actitud de alegría, eucarística, doxológica. Entonces, también nosotros estamos llamados a ser verdaderamente humanos en nuestra vida espiritual, orando con espíritu de agradecimiento y alegría. “La oración es un estado de permanente agradecimiento”, dice San Juan de Kronstadt. San Juan Climaco escribe, “Comencemos nuestra oración con un agradecimento sincero. Luego vienen el arrepentimiento y la compunción de corazón. Finalmente, dirijamos al Rey nuestra petición”.

Entonces, el orden fundamental con que debemos orar es: agradecimiento, arrepentimiento y petición. No debemos empezar confesando nuestros pecados. Antes de bajar la mirada a nuestra suciedad interior, debemos elevarla, con agradecimiento, a la gloria de Dios. Por esta razón, el orden del día litúrgico ortodoxo comienza, en el oficio de las Vísperas, con el Salmo 103, que es un himno de alabanza por la creación: “¡Bendice al Señor, alma mía! ¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios, vestido de gloria y majestad... ¡Señor, qué numerosas son tus obras! Todas las has hecho con sabiduría, ”.

(Traducido de: Episcop Kallistos Ware, Împărăţia lăuntrică, Editura Christiana, 1996, pp. 38-39)

 

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