El examen de uno mismo, en un profundo ensimismamiento, nos ofrece frutos espirituales muy valiosos, pero esto es algo que está al alcance solamente de los hombres que han llegado a la muderez espiritual, quienes se han dedicado a un devoto esfuerzo y son capaces de concentrarse en una vida activa como cristianos.

En esta forma de vida, los hombres se ayudan a alcanzar ese discernimiento de la propia vida espiritual, enseñándose también a reconocer cuándo la están quebrantando.

(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Cuvinte către cei care vor să se mântuiască, traducere de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2000, p. 44)