¡Este es el día que creó el Señor!
Los medios de comunicación nos empujan a desear cosas que no tenemos, y a sentirnos profundamente insatisfechos mientras no las consigamos.
¡Aprende a vivir el día de hoy, antes del de mañana! Esta idea la adopté después de ver cómo muchas personas viven con una profunda desilusión. Tienen la impresión de que empezarán a gozar de la vida, solamente después de haber acumulado, finalmente, una buena cantidad de dinero. Todas estas son frases que escucho con demasiada frecuencia: “Cuando terminemos de pagar la casa…”, “Cuando mi hijo termine la facultad…”, “Cuando ahorremos un poco más…”, “Cuando me asciendan en el trabajo…”, “Cuando terminemos de renovar el apartamento…”, “Cuando podamos construir una piscina en el jardín…”, “Cuando hayamos ahorrado lo suficiente para comprarnos una casita de verano…”, “Cuando podamos comprarnos ropa más cara y tengamos acceso a los clubes más selectos…”, “¡Solo entonces podremos vivir la vida para la cual hemos estado trabajando!”.
De cierto modo, es sencillo entender por qué tanta gente cae en la misma trampa. Y es que los medios de comunicación nos empujan a desear cosas que no tenemos, y a sentirnos profundamente insatisfechos mientras no las consigamos.
Con la perspicacia de un predicador de nuestros días, la voz del anuncio te enseña que jamás serás feliz, mientras no conduzcas un auto de lujo y no vueles en primera clase. Y este mensaje se repite una y otra vez, hasta que te “atrapa”. Claro está, es bueno pensar en el futuro. La anticipación les da sabor a nuestros retos personales. No está mal que te hagas un plan de ahorro, o que pienses en tu futuro profesional. ¡Pero no permitas que los planes de futuro aparten de su camino el encanto del presente!
He aquí un versículo de la Biblia, que viene como anillo al dedo para las jóvenes parejas: “¡Éste es el día que el Señor ha hecho; sea nuestra alegría y nuestro gozo!” (Salmos 117, 24).
(Traducido de: Charlie W. Shedd, Scrisori către Filip. Sfaturi unui tânăr căsătorit, Editura Bizantină, București, 2011, p. 130)