“Este me elogia, y aquel otro me insulta”
Los siervos de Cristo aman a todos por igual, aunque no sean amados por todos.
El amor verdadero es aquel que no hace diferencias, argumentando: “A aquel lo conozco, a este no”, o: “Este me elogia, y aquel otro me insulta”. Al contrario, considerando siempre tu propia condición de humano, a todos te hace amar, sean amigos o enemigos, buenos o malos, para ser perfecto ante Dios. Por eso, debes soportar el mal que te hacen tus enemigos, sin pensar que ellos son el origen de aquel perjuicio, sino el demonio mismo, por tus propios pecados. Por esta razón, también nuestro Señor Jesucristo, para demostrarnos Su amor, sufrió por toda la humanidad y a todos nos otorgó la esperanza en la resurrección, en la cual cada persona se hace digna de honra o de castigo. Porque los siervos de Cristo aman a todos por igual, aunque no sean amados por todos. Y los amigos de este mundo no aman a nadie de corazón. Pero los hombres espirituales guardan hasta el final el amor creado por Dios. Así pues, esfuérzate en amar a todos con toda tu alma, porque este es el mandamiento del Señor. Y, si no logras hacerlo, al menos no odies a nadie, para que puedas recibir la Gracia de Cristo-Dios, a Quien se debe toda honra por los siglos de los siglos. Amén.
(Traducido de :Sfântul Maxim Mărturisitorul, Din cuvintele duhovniceşti ale Sfinţilor Părinţi, Ed. Arhiepiscopiei Sucevei şi Rădăuţilor, Suceava, 2003, p. 60)